La Catedral de Notre Dame está considerada como el corazón de la ciudad de Luxemburgo y la iglesia interior es un gran ejemplo de la antigua arquitectura gótica y sin embargo, posee también muchos elementos y adornos de la arquitectura del Renacimiento. A finales del siglo XVIII, este templo histórico recibió la milagrosa imagen de María Consolatrix Afflictorum, la santa patrona de la ciudad y de la nación.
Después, fue bendecida como la Iglesia de Nuestra Señora y en 1621 la iglesia fue consagrada por el obispo auxiliar de Tréves,
Georg von Helffenstein por lo que se la elevó a rango de Catedral por el
Papa Pío IX. Los últimos trabajos de ampliación se realizaron entre
1935 a 1938 que la dejaron como la podemos ver hoy día.
Fue realizada bajo los diseños del padre jesuita Jean du Blocque
los que no podían dar más testigo de la belleza que él dibujó en papel y Ulrich Job remató el
proyecto. Cabe destacar de ella sobretodo la tribuna
que fue esculpida magistralmente por Daniel Muller que vino desde Saxe a
realizar su gran trabajo. En 1778, la emperatriz María Teresa
soberana de los Países Bajos dona la iglesia a la ciudad de Luxemburgo y
quizás este fue el motivo por el cual se le llamó en la antigüedad
Nuestra Señora María Teresa.
Habituada a los cambios
constantes, en 1854 todo el mobiliario barroco fue reemplazado por uno
neogótico que venía mejor a los diseños del templo, le daba más
profundidad y más intimidad y con el fenómenos de las
peregrinaciones se realizaron en pleno siglo XX los trabajos de
ampliación que le han dado un aspecto grandioso a la vez que la han
dotado de sitio para el gran acontecimiento que tiene lugar entre el
tercer y el quinto domingo después de Pascua, fecha ideal para
visitar el lugar porque se aúna en un solo acto la visión y admiración
por las líneas serias y rectas del templo.